Cuatro imágenes

Cuando en el futuro se haga balance de estos meses, previos al cambio que ha de producirse en Venezuela, seguramente se aludirá a las semanas de encierro del Presidente de la República, al secreto que rodeó su agonía y a los apresurados manejos de la jerarquía bolivariana para ocultar sus delitos y preservar sus fortunas. Se hablará de los esfuerzos del pacífico Henrique Capriles para conectar con un electorado acostumbrado a la confrontación e idiotizado por las limosnas. Es posible que, al describir la degradación del régimen en trance de desplome, se mencione la irracional crueldad del grupo oficialista que este jueves irrumpió en la oficina de la Secretaría General de la Federación de Centros Universitarios, agredió a los estudiantes que hacían preparativos para la marcha de postulación de Capriles este domingo y luego incendió la única salida del edificio con los 30 bachilleres dentro. En suma, las acciones públicas de estos días tienen tal dramatismo que seguramente solaparán, al hacerse el balance de este mundo en disolución, las vivencias cotidianas de los venezolanos. Es, de hecho, lo que vemos en la actualidad: el silencio del Presidente es más ruidoso que los ayes de angustia de una población torturada por la inseguridad ciudadana, que no tiene a quién acudir en busca de protección y justicia. Para dejar constancia de lo que estamos viviendo, al margen de las elecciones y del tránsito mortal del jefe del Estado, consignaré aquí cuatro imágenes que dan idea cabal de la Venezuela de esta hora. Son episodios de los que he tenido noticia de primera mano, ya porque me lo contaron las propias víctimas o porque tuve ocasión de verlo. 1. Al cerrar la puerta de su carro, el ingeniero siente los brazos que lo atenazan y el susurro en la nuca. Es un secuestro en plena calle de Caracas. Lo meten en una camioneta donde ya se encuentran cuatro personas evidentemente aterrorizadas. Ve sus ojos crispados, escucha su respiración acezante y rápidamente concluye que es el quinto rehén en esa pesca criminal. 2. Los tres hombres armados se cuelan en un apartamento de clase media en Maracaibo. Dentro están tres mujeres: una escritora y profesora universitaria, su madre de 84 años de edad y la empleada doméstica. Los tipos llegan...

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