Cuentas oscuras

La nueva Asamblea Nacional está jugando un papel importantísimo en la clarificación de las cuentas administrativas del país, algo que había quedado en el olvido durante los cinco años en que las focas rojitas convalidaron todas las expoliaciones y las corruptelas del gobierno bolivariano. Fue un lustro en el transcurso del cual la honestidad en el manejo de la cosa pública fue ignorada olímpicamente, y los altos funcionarios echaron mano al tesoro público como bien les vino en gana.

Cuando se vieron perdidos en las elecciones del 26 de septiembre de 2010, entonces apelaron a las triquiñuelas y las trampas, aprobando un reglamento de debates especialmente diseñado para proteger a los corruptos y evitar que se les pudiera interrogar sobre el mal manejo de los fondos del Estado. Es decir, desde Miraflores les fabricaron unos chalecos antibalas para que los venezolanos no supieran nunca la magnitud de la corrupción bolivariana.

Pero como pasa en Libia, también en Venezuela los jóvenes se están cansando de ese candado rojo rojito que les impide salir adelante en la vida y progresar gracias a sus estudios. Ya está bueno, dicen, que un grupo de familias se repartan las parcelas del poder. Los Chávez tienen el poder central, los Ramírez se reservan para sí el petróleo, los Chacón se ocupan de bancos y caballos de carrera y ahora de encuestas, los Flores de la Asamblea Nacional, los Cabello de enlatados y constructoras, ciertos generales de los puertos y aeropuertos en oriente y occidente, y no pare usted de contar.

Es por ello que esta geografía del poder se siente amenazada por un número...

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