Cuento chino

Actualmente se encuentra en cartelera una excelente película argentina titulada Un cuento chino. En ella un personaje nacido en el milenario país oriental irrumpe en la vida de un hombre solitario y la perturba. Algo parecido sucede en nuestro país, en donde miles de millones de yuanes y otro tanto de moneda convertible se le han prestado al Gobierno nacional para que disponga de ellos según le venga en gana. Los llamados fondo de gran volumen y fondo pesado concedidos por el gran país asiático suman 32.000 millones de dólares de los que el Gobierno nacional puede disponer según su conveniencia. Como no sabe muy bien en qué utilizarlos, los ha asignado a las obras más disímiles y estrambóticas, como los ferrocarriles que pretenden sustituir, dentro de los próximos diez años, a los caminos y carreteras que ahora se caen a pedazos. El resto lo dedica a la importación de electrodomésticos para comprar votos en las elecciones del año venidero.

Lo grave del asunto es que los préstamos no son gratuitos. Se deben pagar con remesas de petróleo que disminuyen los ingresos de la nación y debilitan las finanzas de nuestra industria petrolera, en la medida en que tales envíos no engrosan los balances de Pdvsa ni se añaden al presupuesto de la nación. El diputado Miguel Ángel Rodríguez y otros parlamentarios de oposición han denunciado estos convenios y han señalado que pueden ser inconstitucionales. Pero según las prácticas de las relaciones internacionales, los acuerdos contraídos por gobiernos legalmente constituidos, como es el nuestro, deben cumplirse. De manera que, independientemente...

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