Cuerpos danzaron entre lo contemporáneo y lo urbano

La improvisación y los movimientos urbanos compartieron ayer en un mismo escenario. Entre el ruido de la calle y la melodía inconfundible del heladero, artistas consagrados y noveles transformaron la plaza Bolívar de El Hatillo en el mejor escenario para la experimentación, como parte del festival Vive la Danza que termina hoy.El primero en tomar esce na fue el coreógrafo Rommel Nieves con el performance La caída. Vestido de chaqueta y pantalón a rayas, se colocaba narices de payaso al tiempo que las tumbaba al suelo como en un infinito volver a empezar.Pocos asistentes observaron la pieza; algunos estaban recostados en el pedestal sobre el que reposa una estatua de Simón Bolívar.Olvidados, de Cindy Nieves, comenzó a entusiasmar a los espectadores. Los tres bailarines caminaban y saltaban entre la gente. Una corneta, otra corneta. De nuevo la música de la obra. Una bebé que llora, otra que llama a su papá. Una canción melancólica entre la risa de dos niños que juegan a atraparse.El toque más pop lo puso Winston...

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