Culpar a otro y no querer

En el dintel de la puerta del infierno de Dante se lee, dice el poeta: Dejad toda esperanza los que aquí entráis. Los que ya hemos entrado en este infierno, ¿conservaremos esperanza? Desde todas las gargantas oficiales, desde todas las bocas de los dueños de este averno, se nos da a entender lo mismo: no se ilusionen, desespérense, no los vamos a librar del crimen; no nos sale.A los malandros se dirige la Primera Lengua con dulzura y decepción: Yo tendí mi mano hace un año y dije: todo el que se quiera desarmar ven ga p’acá. Y no fue así. Fracaso reconocido. De la frustración surge potente la ira ululando en estentórea voz: Entonces se fueron los pelucones, los fascistas, no voy a decir nombre aquí ... los jefes políticos de la derecha que se han ido a buscar jefes de banda y les han pagao con droga, con dólares y les han puesto a matar a gente del pueblo para que se cree un caos y se cree una confusión general. ¿Creyó alguien que la ira se iba a descargar contra los criminales? No; a esos la mano presidencial tendida y abierta, dispuesta a firmar y entregar. A poner rúbrica en convenios de paz que fabrican zonas pránicas de resguar do e impunidad y a entregar abundantes recursos para encubiertos fortalecimientos delincuenciales so capa de actividades culturales y productivas. Nada oculto ni secreto.Hemos visto esa mano y la de sus nombrados viceministros para asuntos de paz en cadenas nacionales de televisión...

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