Las cumbres volcánicas de Kerling Figueroa

Los desafíos en solitario tienen una doble cualidad: acarrean los sacrificios propios de quien se embarca en la aventura sin la ayuda de otros, pero también hacen que el sabor de la victoria se disfrute obedeciendo al ritmo de su único autor. Cuando Kerling Figueroa decidió encarar el reto de escalar cuatro volcanes ecuatorianos en el menor tiempo posible, tuvo que hacerse cargo de toda la logística que implica un desafío de este tipo, y que va desde preparar el viaje hasta buscar aliados que la apoyaran en esta empresa de dimensiones volcánicas. Pero la noche que descendió del Chimborazo, a más de 6.000 metros sobre el nivel del mar -después de estar a 200 metros de la cumbre- y pudo ver las estrellas con una cercanía insólita, entendió que su victoria se había materializado. Probablemente sin saberlo, ella misma había sido su mejor y más grande apoyo en esa aventura que ahora relata. Diario de una cruzada. El fisco y la montaña no parecen tener nada en común, hasta que aparece Kerling Figueroa. Con 32 años, y más de 20 años de experiencia en disciplinas deportivas que incluyen básquet, escalada y montañismo, esta licenciada en Ciencias Fiscales decidió que este año llevaría a cabo su primer reto deportivo de grandes dimensiones: ascender cimas de volcanes. Escogió la Avenida de los volcanes, una cadena montañosa ecuatoriana en donde se encuentran 14 volcanes de más de 4.500 metros sobre el nivel del mar. Una vez hallado el punto, Figueroa decidió llegar hasta lo más alto del Rucu Pichincha, (4.696msnm), el Illiniza (5.126 msnm), el Cotopaxi (5.897msnm) y el Chimborazo (6.310msnm).

Pero lo más exigente de su reto era hacer las cuatro cimas en el menor tiempo posible. Y con esta premisa llegó a Quito a mediados de enero para comenzar su aventura el día 21, rumbo a su primera parada: "El Rucu Pichincha es el volcán más chiquito. Está cerca de la ciudad y permite la aclimatación. Lo hice en tres horas y aunque el día estuvo nublado y con granizo, me fue muy bien". Al día siguiente, subió hasta la cima del Illiniza, por su cara norte. Fango, brisa helada y una posterior nevada no impidieron que realizara su travesía en cinco horas. El 24 de enero, Figueroa se enrumbó al Cotopaxi, aunque no subió inmediatamente. Allí los ascensos se hacen de noche, para evitar los peligros de la nieve derretida por el el fuerte sol de la mañana: "El día anterior había tenido malestar estomacal, estaba deshidratada, pero tampoco podía llevarme mucha agua porque...

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