La cursilería

Ayer, en esta tribuna editorial, se recordaba al ex presidente Néstor Kirchner y se le daba su lugar en la historia de ese país, pero a la vez se señalaban sus contradicciones, sus intemperancias y sus desviaciones autoritarias. No fue un santo como ahora lo quieren hacer ver tanto el jefe de la ALBA, Hugo Chávez, como la galería de mini-presidentes que se financian de los petrodólares venezolanos.

No olvidemos que su carrera política, y la de su esposa Cristina, estuvo signada por los escándalos financieros y el crecimiento inusitado y vertiginoso de sus fortunas personales, que son de conocimiento público.

La vida política no les impidió (como sí le sucedió al modesto y estreñido apóstol de Cuba, José Martí) incrementar sus fortunas personales, ni tampoco la de sus familiares cercanos. Durante la época del Corralito (que impedía a los argentinos sacar sus dólares al exterior) Kirchner, que era gobernador de un lejano estado sureño de Argentina, se enteró a tiempo y sacó el producto de las regalías de las explotaciones petroleras de la zona hacia Suiza. Pero el retorno de esos depósitos y de sus intereses no fue "totalmente" satisfactorio: algo se quedó en el camino.

De manera que estos caudillos trocados en líderes políticos que pasan por encima de las instituciones civiles deben ser vistos con mucha cautela porque "aconsejan", por desgracia, a los presidentes bolivarianos en el tema de las marrullerías y las zancadillas para evitar el control de los otros poderes. Kirchner fue un zorro a la hora de convertir los pactos que logró con las diversas corrientes del peronismo en una adhesión personal...

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