Daka, odio y soberbia

Que el gobierno haya decidido "ocupar" Daka obliga a los ciudadanos, una vez más, a meditar sobre el significado de esta decisión. En la superficie, se trata de la toma del control de una empresa dedicada a la venta de electrodomésticos. Pero en un plano mayor, que es el punto desde el que debe analizarse esta medida, constituye un paso más en el objetivo del régimen chavista-madurista de tomar el control absoluto de la sociedad, de hacerse el mayor propietario y figura determinante de los procesos económicos.

Vano ha sido recordar lo que ha ocurrido en otros países cuando el Estado se ha hecho del control de la economía: la ineficiencia, la corrupción, el clientelismo y la falta de un objetivo de lucro han minado el funcionamiento de las empresas y las han conducido a la quiebra. Basta con que invoquemos aquí el caso de Cuba, cuya economía, más de medio siglo después de la revolución, depende de los subsidios y regalos que le otorgan sus amigos venezolanos. Su principal industria: pedir a otros países. En dos palabras: han fracasado. Como han fracasado en Venezuela, ocultos bajo el paraguas del ingreso petrolero, la inmensa mayoría de los chuscos intentos del gobierno de manejar empresas. Se cumple así un paradigma: empresa ocupada por el gobierno es una empresa que será quebrada en corto tiempo.

Más allá de lo dicho hasta aquí, que es una realidad denunciada hasta la saciedad, es necesario detenerse en otro aspecto presente en el caso Daka y en toda la operación operación de características militares de disminución de los precios. Nos referimos a la hostilidad verbal que la precedió, la acompañó y que hoy se mantiene en el discurso gubernamental. En primer lugar, se trata de una evidente manifestación de soberbia, cuya característica universal es su apriorismo, su imposibilidad de...

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