¡Y dale con lo mismo!

Desde 1998, un segmento de venezolanos opositores que llamaremos los hi percríticos ha leído muy mal a Hugo Chávez y el fenómeno político que representa. Bien intencionados en cuanto a sus deseos de ver al país encaminado por los cauces de una democracia moderna, se han destacado, sin embargo, por una nefasta ceguera política y han devenido en una pesada carga para la oposición organizada. Para comenzar, muchos hi pervotaron por Chávez en 1998. Para el año 2002, ese mismo segmento opositor, con gran poder de opinión, por cierto, se embarcó en aquello de Chávez vete ya, algunos apoyaron el golpe de abril y unánimemente se anotaron en el paro suicida. Vino el referéndum de agosto de 2004 y todavía insisten en que Chávez no lo ganó y, como hubo fraude, se abstuvieron y promovieron la abstención en octubre de ese mismo año en las elecciones regionales. La guinda del pastel fue, por supuesto, la abstención en las elecciones legislativas de 2005, porque, según los hiper, íbamos a deslegitimar al régimen. Un largo, paciente y enjun dioso trabajo político de la dirigencia política de la oposición organizada simplificado, la MUD, nos dio unos muy buenos resultados en las elecciones legislativas de 2010. Ese trabajo, de suyo enorme, alcanzó niveles titánicos con la organización de unas elecciones primarias inéditas en las que participaron 6 candidatos y votaron más de 3 millones de opositores, cuyo ganador, Henrique Capriles Radonski, sacó 64% de los votos. Una lectura obvia del resulta do fue que la oposición no sólo había organizado y elegido a su candidato, sino también a su líder político. Así lo acepté, de muy buen grado, por cierto, a pesar de que no había votado por Capriles sino por Pablo Pérez. Y lo hice no por casualidad, resultaba evidente que Capriles había acertado al escoger el mensaje y la forma de llegar a millones de opositores y los demás candidatos no. Los hiper estuvieron quietos hasta ese momento los candidatos a las primarias que adoptaron el discurso contundente y antichavista que sugerían sus pundits fueron derrotados de esa manera: contundentemente, pero no tardaron en comenzar con sus arrebatos. Lo primero fue criticar que Capriles no tenía discurso y que además lo decía muy mal, que le faltaba algo de eso que los gringos llaman carácter, pero que aquí tiene un...

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