Damas de Blanco

Recordar algunos trazos recientes de la historia de Cuba puede ser una forma de reconocer la perseverancia de las Damas de Blanco, nuevamente hostigadas por las fuerzas de seguridad en medio del duelo por la muerte de su dirigente Laura Pollán. Bien puede ser, además, una manera de alentar el apoyo a nuestros defensores de derechos humanos, que persisten en la denuncia y exigencia de cumplimiento con el sistema de protección nacional y supranacional de la dignidad humana. Comenzando el año 1998 parecía que la fragili dad económica del régimen comunista y su aislamiento geopolítico abrirían rendijas para algunos cambios. Corrían los días en que el papa Juan Pablo II llegaba a La Habana y era recibido por Fidel Castro, de flux y corbata. Entonces, un grupo de cubanos presentaba una propuesta de cambios constitucionales bautizada como Proyecto Varela, orientada a abrir espacios de participación de los ciudadanos en la vida política y económica de su país. En los cinco años que siguieron, los promotores de la reforma, superando los temores de sus compatriotas y las presiones gubernamentales, recogieron las firmas necesarias para entregar la iniciativa ciudadana a la Asamblea Nacional, con la petición de que fuese sometida a referéndum. Para ese momento, en mayo de 2002, Fidel, uni formado, despedía a otro visitante, Jimmy Carter, que había abogado públicamente por libertades políticas. La revolución, dijo el anfitrión, estaba más sólida que nunca. Lo cierto es que ya contaba con la alcancía venezolana. Vino enseguida la descalificación de los promo tores del proyecto, quienes, en palabras del canciller Felipe Pérez Roque dirigidas al mundo, eran parte de un esquema imperialista de subversión, sin asidero en las leyes y manipulador de la Constitución. Fue...

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