Por debajo de la mesa

Entre los muchos recuerdos que conservo de mis años de publicista hay uno que, sin relación aparente con el asunto que pretendo abordar en estas líneas, me sirvió de inspiración para pergeñarlas.Trabajaba en una campaña para Viasa, empresa considerada, hasta su quiebra en manos de Iberia, como la aerolínea bandera de Venezuela, y revisando avisos de la competencia llamó mi atención un mensaje institucional de KLM el cual, haciendo referencia a la leyenda del holandés volador u holandés errante The Flying Dutch man, en inglés proclamaba: Para los holandeses, volar es natural. Evocando esa pieza publicitaria y mediante no se cuál mecanismo asociativo terminé pensando que, para los venezolanos, lo natural es olvidar. Prueba de ello es el respaldo que, como si aquí nada hubiese pasado en estos últimos y tormentosos años, se sigue brindando a gente que nos toma en cuenta solo cuando hay elecciones y trata de engolosinarnos para que obviemos los agravios de los cuales hemos sido víctimas y, así, proceder a electrodomesticar la memoria colectiva mediante un sostenido lavado de cerebro basado en la repetición sistemática de mentiras que, por enormes, tienden a ser creídas a pie juntillas por paniaguados que actúan como amplificadores de la farsa bolivariana.En el Libro de la risa y el ol vido 1978, Milan Kunde ra apunta que la lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido. Mutatis mutandis, podemos asegurar que en Venezuela quienes detentan el poder fomentan el olvido para mantenerse donde están y, para ello, inventan una realidad alterna, con un pasado que no fue y un futuro que no importa; de este modo, la negación del ayer y el desdén por el mañana contribuyen a forjar una verdad oficial que ya ha comenzado a emponzoñar la enseñanza y amenaza con intoxicar el espectro radioeléctrico, como se infiere de lo dicho por Maduro cuando sostuvo después de acusar a los medios de ser responsables del auge de la delincuencia que haría uso de su habilitación para construir una nueva cultura comunicacional televisiva y cinematográfica.Es un exabrupto y una exa geración tratar de hacer creer que regulando la televisión van a bajar los índices de inseguridad. Eso es irreal, es un engaño a la sociedad. Solo se busca trasladar la responsabilidad a otros actores para que el gobierno quede como que no es responsable, sostiene, con toda razón, Andrés Cañizález.Es...

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