Estaba decidida a sobrevivir para poder contar las barbaridades

Hace 73 años el campo de exterminio y concentración más grande de la histo ria, Auschwitz, fue liberado.Algunos de sus sobrevivientes visitan el lugar cada 27 de enero para conmemorar a las víctimas del holocausto y reflexionar. Otros prefieren recordar este tenebroso capítulo de la humanidad desde la distancia.Hedy Katz, de 90 años de edad, es una de ellos. La rumana que experimentó aquel horror prefiere hablar sobre sus dolorosos 10 meses en el campo de Auschwitz desde la sala de su hogar, en Caracas.Antes de comenzar su re lato, Katz enseña su particular tatuaje en el antebrazo izquierdo. Se lee borroso A-7641. Era la identidad que se le asignó a los 17 años de edad cuando fue llevada a uno de los 13 campos de exterminio de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, que se hallaba en territorio polaco y por el que pasaron 400.000 prisioneros aproximadamente.Cuando estoy amargada, lo veo y recuerdo que no todo es malo. Me hace recordar que tuve suerte, dice orgullosa y luego comenta que ha conocido a otros sobrevivientes que optaron por removerse de la piel la desagradable marca.Katz siempre fue optimis ta, incluso luego de haber sido separada de su padre y de sus abuelos, quienes habían sido enviados a otro campo y luego cremados, como pudo confirmar tiempo después.Recitaba poesías y cantaba durante los días amargos en el campo de concentración, donde junto a su madre bebía la basura de sopa que les daban como único alimento en el día.Yo estaba decidida a sobre vivir, alguna persona tenía que contar todo lo que había pasado, todas esas barbaridades. Tenía la esperanza, aunque no estaba segura de si aquello iba a terminar.Mis amigas no podían tragar la sopa, pero como yo quería sobrevivir, me tapaba la nariz y me tomaba esa basura.Fui una niña bien alimentada y tenía reserva. La gente perdió toda la grasa, eran esqueletos andantes, agrega aún con dolor.También recuerda con tris teza el día que se separó de su madre. Se fue en la marcha de la muerte a otro cam po a los ocho meses de estar en Auschwitz.Alguien me contó que ella se unió a la marcha porque pensó que yo estaba allí, pero yo me encontraba en el hospital con las piernas congeladas. Al regresar al lugar donde dormíamos, la jefa de allí a la que llamaban `capo’ nos enseñó cómo quemaban a lo lejos a nuestros familiares.Se sentía el olor a carne quemada. Estaban en el cremato rio, los gasearon y luego los...

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