¡Me los dejan a mí...!

Asu regreso de Cuba, el casino donde juega a la revolución y termina per diendo los pocos reales que le dejan chinos, rusos y bielorrusos, el autócrata pidió a la presidenta de la Asamblea Nacional, Cilia Flores, a la que llamó doctora, aunque su formación sea tan incompleta como su nombre de pila probablemente le faltan una C y una e al comienzo, que se apruebe una ley que obligue a la banca privada a financiar proyectos de vivienda para la clase media... y el muy caradura tuvo las bolas de exigir a los diputados: ¡A los pobres me los dejan a mí!, o como diría el sinvergüenza de Silvio Berlusconi, Ci penso io. Los pobres, casi inexistentes junto con el desempleo según el Instituto Nacional de Estadística, no obtendrán nada de este gobierno, mucho menos vivienda, a pesar de que en su partido haya grandes constructores y constructoras, capaces de llevar a cabo la titánica tarea de levantar los más de 2 millones de domicilios que se requieren en el país... como Tibisay Lucena, presidenta del CNE, a juzgar por la forma como tumbó y reedificó la casa que adquirió en Alta Florida, convertida en búnker, más custodiado que una central nuclear. La fanfarronada de: ¡...Me los dejan a mí! no tiene nada que envidiar a aquella de: ¡No me permitiré a mí mismo! que escuchamos aquel 2 de diciembre de 1998 en que fue elegido...

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