La delincuencia convirtió San Agustín en un territorio fantasma

Eran las 5:50 am del lunes del 9 de enero cuando Carolina Yánez salió de su casa, en el sector El Manguito de San Agustín del Sur, para utilizar el Metrocable que empieza a operar a las 6:00 am. Lo hace así religiosamente todos los días, pero en las noches no sabe si puede subir a su casa porque la agenda de la comunidad es impuesta por los delincuentes del barrio. El temor y la zozobra de los pocos habitantes que caminaban por las calles se percibían en los rostros. Pocos se atrevían a mirarles a la cara a personas ajenas a la comunidad. El sábado antes del amanecer habían sido asesinados tres jóvenes pertenecientes a los Santaella un grupo familiar muy conocido. La tensión cobró más fuerza ese lunes en la noche, cuando a las 8:30 pm se registró un doble homicidio que vecinos y funcionarios del Cicpc vinculan con el anterior crimen. Esa noche, después de recibir varios mensajes de texto de sus vecinos con la noticia, Caroli na decidió no subir a su casa y pernoctar prolongadamente en casa de una amiga, como hace cada vez que ocurren homicidios donde habita. Seguro el viernes todos vol veremos a nuestras casas sabiendo que nos puede agarrar una bala perdida o que podemos quedar atrapados en la línea de fuego. Allí, cuando matan gente, las personas no suben a sus casas. Yo he pasado hasta cinco días fuera de mi vivienda. Pero la gente olvida rápido y después se ponen a escuchar música y a tomar como si nada, aseguró la mujer. En San Agustín hay personas que para huir de la violencia han puesto en venta sus casas y sólo van al barrio para mostrarlas. Otros simplemente abandonan sus hogares. Aunque no existe un registro para saber cuál es el promedio de familias que se han ido de la comunidad, las calles demuestran que cuando hay homicidios la zona es un barrio fantasma. Tengo 50 años viviendo aquí y con esta violencia no puede nadie. El Gobierno desalojó a las personas que vivían en zona de riesgo y les dio apartamentos en Terrazas del Alba y allí se ve de todo. Venden droga, matan y roban. A las torres les dicen Rodeo I, II y III., dijo una señora que por temor a que la maten nunca denunció el asesinato de un familiar ni el de dos de sus vecinos. El 10 de enero los familiares de los Santaella velaron y enterraron a las víctimas en el Cementerio General del Sur, con actividades que los difuntos disfrutaban cuando estaban vivos. Les cantaron canciones, bebieron anís y jugaron con una pelota de baloncesto alrededor de las urnas. En el barrio...

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