Delito organizado

Puede uno preguntarse cómo es posible que en Venezuela se viva la mayor crisis de inseguridad personal y jurídica en la historia republicana sin que los responsables dentro del Estado reparen en ello, y que los reta sin ningún pudor un monstruo de mil cabezas llamado crimen organizado.

Existen en la historia latinoamericana Estados fallidos que sucumbieron al músculo corruptor del narcotráfico, destruyendo toda institucionalidad de un país, como fue el caso del otrora hombre fuerte del Panamá, el general Noriega, que ahora pide clemencia por haber convertido a su país en un narcoestado.

Cerca estuvo también Colombia en los tiempos de Pablo Escobar y el control que ejerció en la vida social de los colombianos gracias a la inmensa cantidad de recursos económicos ilegales que le permitió crear un estado de bienestar paralelo al Estado formal, ganándose la complicidad de muchos de forma clientelar.

Debemos entender que los indicadores de la presencia del delito organizado en Venezuela son claros y alarmantes. La existencia ilegal de millones de armas de fuego que circulan en nuestra sociedad y que son responsables de 95% de los homicidios cometidos en el país, no llegaron allí por casualidad.

Como no son pocas, estas armas debieron ser traspasadas a manos ilegales por procedimientos más o menos masivos y organizados y se generaron ganancias millonarias para aquellos que lo hicieron posible. Si ha sido históricamente el Estado el mayor importador de armas y el único responsable en dar portes, entonces fallaron las instituciones responsables de su control. Lo cual nos lleva al segundo indicador: la corrupción.

Si algo no tiene discusión en la Venezuela...

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