La democracia o el precio de la impostura compasiva

Venezuela no vive en demo cracia. Los que manejan el Estado eluden siempre la tarea de definirse a sí mismos con rigor. Cuando los que detienen el poder en Venezuela se ad jetivan, oscurecen, más que aclaran. He allí una primera dificultad: el sis tema político chavista no se fundamenta en escritos densos ni se explaya en explicaciones, sino que reposa en malos entendidos, en suposiciones, en supuestos implícitos y en ambigüedades. Por ejemplo, la categoría de soberano. ¿A qué se refería Chávez? ¿Al pueblo soberano? ¿A él mismo que encarnaba al pueblo? La primera dificultad de la democracia en Venezuela es, entonces, de orden cognitivo.Los académicos de la ciencia política hablan de le galismo autocrático, de régimen híbrido autoritariocompetitivo y más recientemente de tiranía para calificar al régimen venezolano. Bien. Desde la antropología política no es mi intención diferir de estas categorías sino entender la no democracia en lo cotidiano. Mis datos empíricos muestran que el sistema político venezolano no es una democracia porque no garantiza, sino que, muy por el contrario, atenta permanentemente contra la cohesión social, contra los vínculos sociales y humanos más básicos. Gran parte de los males que afectan a Venezuela se deben a que los poderes públicos del sistema político creado por Hugo Chávez actúan sin frenos ni restricciones. Y esa desmesura, ese exceso de poder, se traduce en los aspectos más ínfimos de la vida de la gente. Y oponerse puede costar la vivienda, la comida o incluso la vida. Es la paradoja de esta omnipotencia. No quiere decir que la gente esté sobre...

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