Descansa en paz, Robin

El actor Robin Williams se suicidó hace un par de días, como probando aquello de que todo gran payaso ha estado muy cerca de la tragedia, pero, a manera de prueba de lo que será su legado, los espectadores, cinéfilos y comentaristas no se han quedado en los sórdidos detalles de su muerte, sino que se han volcado a recordar su extraordinaria carrera.Igual que tantos comediantes exitosos, Williams pasó demasiados años de su vida cercado por la depresión y tentado por los vicios. No se lo recordará por haberse rendido a la desesperación a los 63 años sino por haberse sobrepuesto a ella por medio de su inmenso talento.Nació en Chicago en 1951. Su peró su timidez, que lo arrinconó toda la infancia, cuando entró a estudiar actuación en la prestigiosa Julliard, y el gran John Houseman los eligió a él y a Christopher Reeve para hacer parte del programa avanzado. Después de dejar la aca demia, en 1976, consiguió un pequeño papel en el show del comediante Richard Pryor. En el 78 dio con el genial papel que lo haría famoso en todo el mundo: el del extraterrestre de voz nasal en Mork y Mindy. Y sus espectáculos...

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