El descubrimiento de Saab

Después de una deslucida actuación como defensor del pueblo, se le ha encargado a Tarek William Saab el papel de adalid de la justicia. Fue escudo del régimen, antes que protector de los derechos de la ciudadanía, pero ahora, por una de las maromas de supervivencia que lleva a cabo la dictadura, tiene la obligación de ver por la aplicación de los códigos a los cuales se quiere aferrar el dictador para pescar enemigos con el objeto de mantenerse en el poder. El designado ha cambiado el trabajo perezoso del pasado reciente por una febril búsqueda de villanos que se ha convertido en la sorpresa de los tiempos de lenidad del chavismo; la pasividad por una insistencia que, seguramente gracias a la prisa que caracterizó el traslado de un cargo a otro sin cabal explicación, lo mete en un tremedal cuya corriente lo lleva a topar con las tropelías que no quiso observar en el pasado reciente, pese a que desfilaban frente a su nariz para burlarse del pueblo al cual tenía la obligación de defender.Sabemos el motivo de la cabrio la. Como la fiscal Ortega Díaz fue tocada por el rayo cuando hacía su camino de Damasco, debía remendarse el capote de la transfiguración de la funcionaria con una aguja diligente e insospechable de vacilación. Una cirugía de urgencia puso los ojos en el reemplazante, no en balde el superávit de las energías que no había gastado en plaza anterior podía actuar ahora con la furia de los huracanes. Debía arrasar con la credibilidad de la burócrata que había comprado boleto en el tren de la ingratitud, en el vagón de primera clase de la infidelidad, para explicar el itinerario como un viaje hacia la felonía.Como fracasó el ardid de meter polizontes de repuesto en la maleta de un inocente automóvil en el estacionamiento del fortín antes sacrosanto, la dictadura hizo por todo lo alto la mudanza del defensor con la urgencia del caso. Después del papelón de una sierva convertida en parte del maletero, de un contrabando de vergüenza y carcajada, entró por la puerta grande el colosal remendador. Pero desconocía la crueldad que le esperaba agazapada, el rompecabezas que no podía soldar sin me ter en problemas al promotor de la mudanza.Para complacer a los patrones, Saab ha pretendido el descrédito de la fiscal mediante la demostración de su artero...

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