Desinformación económica

En su columna del pasado domingo en este mismo diario, Alberto Barrera Tyszka afirma: El oficialismo se ha empeñado arduamente en lograr que la represión y la censura formen parte de nuestra normalidad. En el área económica se corrobora lo dicho, con la particularidad de que en buena medida se trata de autocensura, porque son organismos oficiales los llamados por ley a difundir la información. Ya parece normal que no sepamos nada sobre nuestra evolución económica, debido a la negativa del gobierno a decirnos qué es lo que está pasando.Termina el mes de abril y no se cuenta con cifras oficiales sobre el desempeño de la economía venezolana durante este año. La información debe existir. El Banco Central de Venezuela y el Instituto Nacional de Estadísticas poseen departamentos y personal especializados en la recopilación de los datos relevantes. Durante décadas los han publicado regular y oportunamente. La cifras de infl ación mensual, por ejemplo, aproximadamente ocho días después de terminado el mes.A veces se indicaba que eran cálculos basados en metodologías desarrolladas y aceptadas internacionalmente.Crear la capacidad de recoger dicha información costó años de esfuerzos e implicó inversiones considerables. La cooperación internacional condujo a que, en términos generales, los datos nacionales fueran confiables y se pudieran comparar los de unos países con los otros. La tarea fue y es colosal. Porque ninguna agencia nacional, pú blica o privada, está en capacidad de realizar tal labor por sí misma, debido a la inmensa y diversa cantidad de fuentes de información a la que es necesario acceder.Aunque la información de be existir, en Venezuela se han echado por la borda todos esos esfuerzos y todos los beneficios que se derivan de ellos. Se oculta la realidad que las cifras revelan, por la simple razón de que a las autoridades encargadas de elaborarlas no les conviene que se conozcan. Se trata de algo parecido a ciertas elecciones políticas cuyos resultados se escamotean al público cuando no favorecen a quienes las organizan.El hecho es de por sí escanda loso y moralmente inaceptable...

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