Obturaciones que despiertan nostalgia

El proceso comenzó por unos monotipos: pequeños recuadros que muestran rostros y figuras humanas a cuerpo completo, que dan la sensación de movimiento, de continuidad, sin necesariamente sugerir el inicio o el fin de una historia. Esas expresiones y sus cargas nostálgicas, que son como los capítulos sueltos de una película no ensamblada, fueron llevadas por Alfredo Herrera a grandes telas que están dispuestas en la galería GBG Arts como parte de la exposición Negro=luz. En 2003 exhibió su individual más reciente, cuando era representado por Minotauro, la casa que dirigía Cecilia Ayala, fallecida en noviembre de 2008. Sin embargo, no ha parado de trabajar. Escribió los poemarios Remanentes y Pared que será editado en Italia en mayo y también comenzó a experimentar dejando de lado el color. "Lo que me interesa más de este trabajo no son los personajes, sino la secuencia de ellos", explica el autor rodeado por su obra: "En esto hay una cercanía a lo cinematográfico y, por supuesto, a lo fotográfico, desde la plástica. Es una síntesis que involucra también al dibujo y la gráfica".

Mientras Herrera recorre la sala, acaricia los lienzos y revela su método de trabajo. Su acercamiento pareciera el de un escultor que parte de una pieza maciza y la va esculpiendo hasta conseguir las formas deseadas: "Yo utilizo la tela como si fuera una matriz clásica. La ennegrezco por completo y, con trapos húmedos, pinceles y espátulas, voy quitando rápidamente el tinte antes de que se seque, hasta llegar a las figuras. Voy de atrás hacia adelante. Es muy gráfica la concepción, aunque es un trabajo plástico. Normalmente vas sobre la obra, pero esta vez es lo contrario. Son como clips fotográficos, como obturaciones"...

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