Después de las chicuelinas sigue el problema

Las chicuelinas son un quite vistoso, al que acuden con frecuencia los toreros que buscan luci miento. Lo hacen los maestros y los maletas porque no requiere mucho esfuerzo, y porque generalmente logra la respuesta de los aplausos. Solo se gira el cuerpo protegido por el capote en la dirección contraria a la embestida del toro y brotan las palmas.En ocasiones son un modelo de gracia y sobriedad, pero solo en ocasiones. Después la bestia queda allí, entera y amenazante, en espera de un diestro que se ocupe de veras de sus arremetidas y de su muerte. Viene a cuento esta desusada referencia por maña de un escribidor a quien jamás se le dio la suerte de ser cronista en la plaza y la quiere ensayar desde la computadora, pero especialmente por la analogía que permite con la conducta de la AN frente a los ataques del régimen.La AN dominada por la oposi ción no ha querido ni sabido enfrentar de veras las acometidas del gobierno. Bien porque apenas se está vistiendo de luces y no quiere embarrar la ropa, o porque espera la tarde adecuada, ha preferido el camino de los adornos vistosos. En lugar de hacer faena cabal cuando el PSUV pretendió sacar del coso a tres miembros de la cuadrilla, se refugió en un burladero de subterfugios que cambió el énfasis de una reacción colectiva por el trabajo de los peones aludidos. Extraordinaria como salida ocasional, como posibilidad de prolongar el festejo sin percances a la vista y aun como demostración de claridad en torno a los pasos de la lidia, pero sin lograr que la arena quedara despejada por la desaparición de un rival amenazante y pertinaz.No toreó entonces la AN, como seguramente pretenden sus aficionados. Ni siquiera dio un pase de saludo. Entregó capotes de paseo y unas espadas de palo a tres debutantes que todavía no saben si les fue bien en sus lances porque el toro sigue allí, con sus cuernos afilados en el centro del ruedo, a lo sumo con dos banderillas en el lomo.Después, en un nuevo y espera do capítulo de la fiesta, se limitó a sacar ventaja de la falta de previsión del ganadero, de una caren cia de reglas y papeles que podía advertir hasta el capataz más descuidado. Como el toro no venía marcado con los hierros del caso, la AN pidió que lo echaran del circo. A esa...

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