El deterioro nutricional de los niños menores de dos años es alarmante

Yuliannys Urdaneta tiene 18 años. A tan corta edad ha concebido tres niños: Ke vin, de 3 años; Kelvin, de un año, y Keviainy, de apenas pocos días de nacida, a la que parió en la calle porque nadie la ayudó a ir al hospital. Vive en el barrio 19 de Abril, una comunidad al oeste de Maracaibo que se formó hace 24 años producto de una invasión, todavía con calles de tierra y sin los más elementales servicios públicos.Su hijo Kelvin está desnutri do, como en su momento lo estuvo Royer Augusto Machado, un bebé de 18 meses de nacido que vivía en el barrio Las Trinitarias y que falleció el 20 de agosto; y como lo estuvieron tres niños indígenas, de los que ya nadie se acuerda, que murieron a principios de julio en los alrededores de Mercamara; y como Aketzali González, una bebé de siete meses que murió esta semana, y Stefany Farfán, de dos años, muerta hace dos semanas, ambas vivían en el barrio Brisas del Sur, en San Félix, estado Bolívar.Kelvin pasó varias semanas en la unidad nutricional del hospital Chiquinquirá, adonde llegó pesando 5 kilos. Recibió tratamiento por neumonía. Le dieron de alta, aunque sigue muy enfermo y regresó al ranchito de dos habitaciones, separado por cortinas, donde viven 12 personas, incluidos 7 niños; 4 más que son de la hermana de Yuliannys. Los muchachos lloran por comida. Los sentamos en una silla a esperar a que llegue mi papá, a ver si trae algo. A veces nos acostamos sin comer o hacemos una comida al día. Cuando viene tarde no comemos.Kelvin respira con dificul tad. No sonríe. En medio de la desazón su mamá intentó suicidarse. Quiso saltar de una cornisa del hospital Chiquinquirá, pero la sujetaron algunas enfermeras. Los gritos de los muchachos me desesperan.Yo los iba a dar, pero mi mamá me dijo que no son perritos para que los esté regalando.El padrastro de Yuliannys está desempleado, lo que no le impide salir temprano al barrio San Rafael donde recoge la basura que se acumula al frente de las casas y la bota en las quebradas. Los vecinos le pagan algo y con eso ayuda a mitigar el hambre de su familia. La mamá a veces se pone a mendigar.La casa, o lo que parece ser lo, es de la abuela, Arelis Carrasquero, quien tiene 66 años de edad. Compré esto por 30 bolívares, dice, al tiempo que confiesa querer salir del ba rrio donde ha pasado un tercio de su vida. Le mataron a dos hijos, asegura que para robarlos. Para ella todo tiempo pasado fue...

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