Un día en la montaña de fuego

U na fumarola de azufre sopla con fuerza en el último repecho, antes del cráter del Puracé, uno de los once volcanes de la serranía de los Coconucos, en el Cauca, suroeste de Colombia. La montaña de piedra respira por esa fumarola y mancha de verde refulgente el cascajo que cubre el cono volcánico.Ese es el último registro vi sual antes de llegar a la cima y disfrutar de los 900 metros de diámetro del cráter, que desde lo alto se asemeja a un gran boquete lunar. La vista es momentánea porque las nubes se apoderan de repente de todo el horizonte.El volcán Puracé, que en quechua significa montaña de fuego, es el principal atractivo del parque nacional natural que lleva el mismo nombre, declarado por la Unesco como reserva de la biosfera en 1979. Además de la zona volcánica, el parque tiene fuentes azufradas que colorean las aguas, componiendo el paisaje como si fuera una acuarela.La serranía de los Cono cucos también la integran los volcanes Pan de Azúcar 5.000 metros sobre el nivel del mar y Coconuco 4.600 msnm, siendo el Puracé el único activo. En esta cadena nacen 30 lagunas y los principales ríos de Colombia, entre ellos el Magdalena, el Cauca, el Patía y el Caquetá.Lleno de cosmogonías. A comienzos del siglo XX, toda la serranía era nevada; sin embargo, el calentamiento global y el aumento de las temperaturas despoblaron las canas perpetuas de las cimas.Los indígenas de la zona ex plican que el hacha y el avance colonizador de los blancos ahuyentaron a Jucas, el dueño de la nieve y del granizo.Otra de las cosmogonías de las comunidades indígenas...

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