Dieterich y la soldadesca

Conocedor de los enigmas de la política nacional, el astuto presidente Francisco Linares Al cántara decía que los hombres de talento eran muy brutos. Sacó la idea de los movimientos erráticos de los letrados de la época en la corte de Guzmán, quien los volvía picadillo en un santiamén, o los sometía a humillaciones si se pasaban de listos ante el dueño de la autoridad. Debe sonar desconsiderado que se parta ahora de un ejemplo tan rudimentario para criticar a un intelectual cosmopolita como Heinz Dieterich, pero sus reproches más recientes a las decisiones de Chávez sobre el legado que dejó a una sociedad que se parece en precariedad a la que provocó las palabras de nuestro pintoresco personaje ofrecen una posibilidad tentadora.Heinz Dieterich es una lumi naria, como se sabe. La cultura política de la actualidad le debe treinta libros dedicados a encontrar la conexión perdida entre los movimientos socialistas y el Tercer Mundo, que han gozado de densa lectoría.Uno de ellos escrito a cuatro manos con un lucernario llamado Noam Chomsky, cuyas contribuciones a la filología, a la filantropía y al análisis del imperialismo son conocidas y respetadas en todas las latitudes. Desde su despacho mexicano, el alemán nacido en Rotemburgo del Wume topó con las sociedades esquilmadas de América Latina, a cuyas penurias quiso encontrar remedio mediante una interpretación todavía no realizada del socialismo europeo, que las sacara del atolladero. Pero, cosas del destino, fulgores a la vera del camino, en el encomiable empeño también topó con el teniente coronel Hugo Chávez, en quien vio la figura mandada a hacer para el establecimiento de un socialismo del siglo XXI ajustado a nuestras peculiaridades y a nuestro almanaque. No perdió tiempo en ofrecerle sus consejos, para que hiciera con Venezuela lo que él había pergeñado en su oficina.¿Qué vio en Chávez, como pa ra convertirlo en la herramienta de sus ideas, es decir, nada menos que para poner en práctica algo así como la suprema actualización de Marx en tierras tropicales? Tal vez por carecer de la perspicacia que distinguió a Linares Alcántara en la apreciación de sus contemporáneos, el talento no le dio ni de lejos para hacerse del discípulo adecuado. Todo lo contrario. Pero ¿de dónde...

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