Diferencias que unen

En un régimen totalitario, sea fascista, nacionalista o comunista, los ciudadanos son invitados, cuando no obligados por el Estado, a vivir en torno a un objetivo común: la supremacía de su nación o raza, la colectivización de la propiedad, la igualdad, o alguna meta material, como la zafra de 10 millones de toneladas de Fidel Castro en 1970. En cambio, en una democracia liberal el Estado pone un marco legal que permite que florezcan incontables metas diversas, individuales, de familia, de comunidad, de empresa y de país.Hay gente que prefiere el pri mer tipo de régimen. No valoran la libertad individual. La creen angustiante, conflictiva, egoísta: se sienten más cómodos en un rebaño. Entre estos hay élites que no toleran que meros individuos conciban y vivan sus propios proyectos.Pero, en general, los que prefieren subordinarse a un todo están en minoría. Porque donde cada ser humano es manifiestamente único es difícil que queramos vivir en función de un solo objetivo común, y por eso mismo improbable que nos puedan imponerlo sin coerción, como en la Alemania nazi, la Unión Soviética, Corea del Norte o...

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