Mi norte ha sido difundir la obra de venezolanos y latinoamericanos

Amediados de los años setenta se hablaba de Alfredo Rugeles, el compositor, porque el músico nacido en Washington en 1949 era reconocido como una figura de vanguardia, cuyas creaciones eran interpretadas no sólo por venezolanos sino también por europeos. Había estudiado dirección coral en la Fundación Schola Cantorum y en julio de 1981 recibió el título de director orquestal en la Universidad de Dusseldorf, en Alemania, lo que le permitió en febrero de 1982 comenzar sus actividades con la Sinfónica Municipal. Rugeles, ganador del Premio Municipal en 1980, ha sido una figura fundamental en el desarrollo de la música académica en el país. Fue director del Teatro Teresa Carreño entre 1987 y 1991, año en el que se incorporó al popular proyecto de José Antonio Abreu. Ha sido un referente en la apertura del mundo sinfónico a otros ámbitos de la vida musical. Por eso, con su batuta y su sapiencia, ha acompañado a luminarias del jazz como Wynton Marsalis y Chick Corea. También ha colaborado con figuras del universo pop y agrupaciones conectadas con la raíz tradicional, como Ensamble Gurrufío y El Cuarteto. Por sobre todo eso, ha sido un defensor a ultranza de los autores contemporáneos. --¿Qué se ha logrado en la lucha por los derechos de los compositores? --Hay una distorsión grande ahí. Quizá porque los que figuran en el glamour y el marketing son los directores y los solistas, se ha relegado a los compositores. No existirían orquestas sin ellos. No existiría una película, o una pieza de danza, sin música. He luchado por ellos a través del Festival Latinoamericano. Tratamos de que se les reconozcan los derechos de ejecución, que es lo que se les debe pagar por el uso de una obra. Pero aquí no se ha entendido eso todavía. Se paga muchas veces a compositores extranjeros porque si no la pieza no se hace, pero cuando es venezolano es como si se le estuviera haciendo un favor. --La música contemporánea no resulta tan atractiva para el público. ¿Qué aprendizajes le han dejado 17 ediciones del Festival Latinoamericano al respecto? --Hemos tenido cada vez más público. La música, con el tiempo, se ha ido liberando de lo dogmático. En las décadas de los setenta, ochenta y parte de los noventa era muy disonante, aleatoria y atonal. Ahora el compositor tiende a ser más flexible y melódico. Se ha liberado del dogma y eso ha acercado más al público. Hay quien sigue haciendo ese tipo de música, lo cual es válido. Pero tenemos una apertura a todos los estilos...

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