La displasia de cadera afecta sobre todo a perros grandes

El dolor es tan fuerte que el perro prefiere modificar sus actividades de rutina. Ya no camina tan rápido, evita correr y se le ve decaído, empieza a cojear y finalmente decide quedarse echado. Tales cambios en el comportamiento de la mascota son parte de las alarmas para intuir que puede tener una displasia de cadera, lo que se diagnosticará con exactitud luego de las radiografías. Ese mal sucede cuando la cabeza del femoral se desplaza y no concuerda con el acetábulo. De esa manera, se empieza a afectar el cartílago de las articulaciones, lo que causa un dolor intenso, dependiendo del grado de la patología. Por lo general, esta enfermedad, de predisposición genética suele afectar más a los perros de razas grandes, por su peso y por la velocidad con la que crecen. Entre estos están el labrador, golden retriever, rottweiler, mastín, san bernardo y el gran danés. Sin embargo, los canes pequeños también pueden sufrirla, en algunos casos por malformaciones o accidentes. Para evitarlo, sobre todo en las razas con...

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