Dobles posiciones

Vinieron los presidentes y primeros ministros de la Alianza Bolivariana y tomaron decisiones simbólicas y acomodaticias para unos, pero comprometedoras y riesgosas para Venezuela. La explicación es sencilla: somos el país petrolero que funge de benefactor, el rico de América Latina, el que por consiguiente, y según la doctrina del Presidente anfitrión, debe ser expropiado. Venezuela es el rico y sus socios o adherentes hacen el papel de pobres que reciben sus dádivas Es exactamente lo que hace en nuestro país el comandante Chávez: expropia para repartir y no le importa si los expropiados son modestísimos comerciantes de Catia. Lo suyo es repartir. Y la Alianza Bolivariana no es otra cosa.

Haga un ejercicio de imaginación y conteste esta pregunta: ¿Existiría el Alba sin el petróleo venezolano? Pues no. Simplemente no. ¿Vendrían a sumarse al coro de las celebraciones de intento de un golpe de Estado, y a aplaudir con frenesí al jefe de la frustrada intentona si de por medio no estuvieran los dólares del petróleo? Claro que no. Vale la pena observar que algunos son como los camaleones. En 1992, Fidel Castro condenó el sangriento golpe militar que desestabilizó la democracia. Respaldó al presidente Carlos Andrés Pérez, a cuya toma de posesión vino y con quien hizo negocios que le sirvieron de tabla de salvación, como la triangulación petrolera Rusia-España, Venezuela-Cuba. Ahora le pagan no sólo con el olvido sino con el mayor desagradecimiento que se pueda imaginar. Así paga el diablo.

Ningún presidente o primer ministro, ni siquiera Raúl Castro, se puede dar los lujos del...

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