Concebirás con dolor

Una fragancia de cítricos, camomila, ámbar y pachulí, el olor que seduce a un vampiro, acompaña el lanzamiento mundial del comienzo del fin de la saga Crepúsculo. Con la denominación comercial de Inmortal Twilight, el frasco de perfume se vende por Internet a 35 dólares. Bella se vestirá con él, y luego con un diseño de Carolina Herrera, para su noche de boda en Río de Janeiro, seguida por una luna de miel bajo una cascada en la localidad turística carioca de Paraty. Tres años después, la joven finalmente consuma su matrimonio y debe disfrutarlo: la felicidad será una tregua fugaz y la semilla del suplicio reposa en sus mismísimas entrañas. Amanecer, algo así como el ocaso del Crepúsculo, se divide en dos partes, siguiendo el ejemplo que Harry Potter dio: la primera se estrena mañana en to do el planeta y por la segunda habrá una larga espera casi matapasiones hasta el viernes 16 de noviembre de 2012, cuando una parte del planeta aguardará el presunto fin del mundo según el calendario maya. Se da por descontado, al menos, un apocalipsis en la comunidad de cutis traslúcidos de los vampiros, todo debido al matrimonio Cullen. Pocas series cinematográfi cas han mostrado un abismo tan insondable entre su base de fanáticos, principalmente adolescentes opuestos al reguetón, y el generalmente antipático escuadrón de críticos de la imagen en movimiento. Como muestra, un comen tario de la revista estadounidense Variety acerca de Amanecer: Se resiste a cualquier intento de trascendencia, experimentación y riesgo, algo desafortunado si se basa en la novela más cruenta de Stephenie Meyer. A los que suspiran por ver felices para siempre a Bella y su pálido esposo Edward, la crítica importa un bledo. Sobre todo cuando está...

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