Dos librerías en América 2/2

Katyna Henríquez Consalvi: Las palabras de El Buscón La aparición de Las palabras de El Buscón. Memorias de una librería 2003-2009, com pilado por su animadora Katyna Henríquez Consalvi, con un pórtico de Rafael Cadenas y un prólogo, Gutenberg en El Buscón, de Simón Alberto Consalvi representa un acontecimiento editorial por más de una razón. Reúne 111: ciento once Palabras de presentación a otros tantos libros principalmente venezolanos. En sus páginas conviven autores como Simón Alberto, Rafael Cadenas, además de Eugenio Montejo, Rafael Castillo Zapata, Armando Rojas Guardia, Antonio López Ortega, Edda Armas, Rafael Arraiz Lucca, y Octavio Armand, entre muchos otros. Trazan Las pala bras de El Buscón un amplio archipiélago literario artístico, político, cultural que es, de un lado, una serie de retratos con paisaje, una red de paisajes, un diagnóstico del estado de la cultura crítica y civil de Venezuela, y aún de Hispanoamérica. Estas Memorias de una li brería obligan al lector invitado a hacerse no pocas preguntas. Elijo algunas: ¿Qué es una librería? ¿Qué es un librero? Katyna define a El Buscón como una librería de autor. Una librería como las legendarias de Shakespeare and Co., de Sylvia Beach, o la de Adrienne Monnier donde convivían las novedades exquisitas con los libros de autor y selectos de antaño. Ricardo Ramírez, librero de El Buscón entre 2005 y 2009, cita dos anécdotas en la página 453 del libro que pueden dar idea del perfil espiritual de ese librero personal: Recompensas: conseguir el libro que alguien lleva años buscando. Puede ser un joven buscando respuestas, una señora avivando nostalgias. Un señor llega un día y me pregunta si tenemos algo de la poesía de Carlos Borges, el sacerdote venezolano de tiempos de Gómez, marcado por la polémica de lo erótico de sus escritos. Le digo que no, pero trataremos de conseguirlo. Lo hago y el señor viene. Casi llorando me dice: `Estos textos me cambiaron la vida, me enseñaron a amar. Me los sé de memoria. Sólo quería comprobar que no fue un sueño eso que leí hace cincuenta años. Gracias?. *** Conozco a una muchacha fanática consumada de Dickens como lo soy yo. Hablamos mucho siempre de él. Un día, después de revisarlo bien, descubro en nuestras cajas una primera edición de Dickens 1873 The Pickwick Papers. Un día la veo pasar afuera, la llamo y la pongo en sus manos. Estuvo unos tres cuartos de hora tocándolo, revisándolo. Dio las gracias y se fue. Por cosas de la vida, leo en un...

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