Dos textos fundamentales

La historia de Donceles 815 Las novelas La muerte de Arte mio Cruz y Aura fueron escri tas simultáneamente y publicadas en el mismo año: 1962. Son dos de los libros más conocidos de Carlos Fuentes, y con ellos obtuvo el reconocimiento y la atención de la comunidad literaria internacional. Aura es una nouvelle que, con una enorme potencia imaginativa, construye una historia donde realidad y sueño se contagian mutuamente. El historiador Felipe Montero llega a la vieja casona de Donceles 815, en el centro histórico de Ciudad de México, donde conocerá a Consuelo, la viuda del Coronel, y a su sobrina Aura. Dentro de los muros del 815 Montero se encontrará con el amor pero también con el horror y lo sobrenatural, con lo hermoso y lo tenebroso, se verá envuelto en la bruma que produce la difusa frontera entre lo tangible y lo intangible. El inesperado final de Aura lleva a una forma de ver y abordar los misterios de la vida y la muerte. El tema de la muerte es otro nudo de la malla de relaciones entre La muerte de Artemio Cruz y Aura. El mismo Fuentes dijo que se complementan en que Artemio Cruz es sobre la muerte de la vida y Aura sobre la vida de la muerte. Así, estos dos libros son los pilares fundacionales de ese edificio que construyó Fuentes, que intentaba edificar la obra total, y son dos polos temáticos de esa gran novela. Esa búsqueda fue claramente dibujada por las palabras del mismo autor: Tengo un edificio de apartamentos imaginario en el centro de la Ciudad de México. La penthouse está ocu pada por un viejo revolucionario aprovechado, Artemio Cruz. En el sótano vive una hechicera fantasmagórica, Aura. En los once pisos intermediarios se encontrará los personajes de los cuentos que se recogen aquí. Fuentes de la imaginación crítica La muerte de Artemio Cruz, aparecida en 1962, [es] una novela que entraba en la historia, mientras la historia entraba al mismo tiempo en la novela. Toda la urdimbre de la revolución mexicana podía explicarse en la vida de Artemio Cruz, el muchacho alzado en armas que luego se hacía poderoso porque la revolución había llegado a ser para él un brillante negocio, y ya anciano recordaba desde su lecho de muerte uno a uno los hechos de su vida en un monólogo, o mejor, en un diálogo consigo mismo, imprecándose a sí mismo, compadeciéndose a sí mismo, y dueño a la vez de un orgullo tenaz, su tributo a sí mismo. La lectura de los primeros libros de Fuentes me convenció de que no sólo me hallaba frente a un modelo...

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