¿Duerme usted, señor ministro?

Señor ministro Tareck el Aissami, le escribo desde el dolor y la indignación. Desde el dolor que comparto con amigos y colegas muy cercanos que en los últimos 100 días han perdido a seres queridos en hechos claramente vinculados con la delincuencia o con acciones al margen de la ley por parte de funcionarios. También le escribo desde la indignación y la impotencia que me embarga como venezolano, el país se desangra, señor ministro, tal como lo dijo el cónsul chileno en Maracaibo tras ver caer muerta a su joven hija. Usted debe saber, señor mi nistro, que este caso ha recibido mucha atención mediática por el cargo que ocupa el padre de la víctima; empero me pregunto si usted duerme y no se percata que los excesos y abusos policiales son pan cotidiano en los sectores populares, aquellos que usted dice defender y, lamentablemente, no hay ningún escándalo que le obligue a su despacho a actuar con celeridad, como ha tenido que hacer en este caso. Era la hija del cónsul y ¿qué pasa cuando la víctima no lo es? Señor ministro, en los últimos 100 días han sido asesinados familiares directos de colegas y amigos queridos. El más reciente fue el homicidio del hermano de Piero Trepiccione, en El Tocuyo, estado Lara. La víctima era un comerciante que se había negado a pagar vacuna y fue asesinado por un sicario sin que mediara palabra. Cuando finalizaba 2011, fue muerto en Maracaibo el hermano del académico Jairo Lugo por delincuentes que querían despojarlo de su vehículo. Al sobrino del profesor Marcelino Bisbal también le dispararon recientemente, pese a que cooperó con sus victimarios; en este caso, el joven pudo sobrevivir. El nieto de mi amigo Freddy Afanador fue abaleado y calcinado hace escasas semanas, meses después de que el joven tuviese problemas con un grupo de policías. El hijo del respetado poeta Alfredo Chacón también recibió un disparo que lo puso entre la vida y la muerte. Estas son apenas mis cuentas personales, la mayoría de venezolanos tiene cuentas similares. De allí provienen, dura y lamentablemente, las cifras que colocan al país, y en...

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