Elecciones y sucio

Una de las elecciones más peculiares y a la vez perversas de la historia venezolana ocurrió ayer en el país.

Peculiar porque hacía mucho tiempo que las movilizaciones de masas de la oposición no alcanzaban la naturaleza espontánea y la dimensión de las que convocó tanto en Caracas como en ciudades de provincia Henrique Capriles Radonski. En verdad la oposición se reorganizó de una manera nunca vista pues depuso sus intereses partidistas para conducir un proceso de unidad que comenzó triunfalmente con la convocatoria a elecciones primarias para escoger el candidato presidencial.

Desde el oficialismo se anunció el fracaso de esta iniciativa y sus principales voceros llegaron mentirosamente a estimar en un millón de personas la cifra de los electores que acudirían a ese reto democrático. Pero más de tres millones de ciudadanos asistieron y de esta manera se convirtió Henrique Capriles en el candidato de toda la oposición.

No ocurrió lo mismo con el candidato del gobierno. Ni el PSUV ni sus aliados se atrevieron a convocar a elecciones primarias porque hubieran sido fulminados por el Presidente en funciones, cuyo proyecto personal es llegar al 2021 como mandatario nacional y poder coronar así su sueño de pasearse, como Bolívar, por el Campo de Carabobo cuando se celebre el bicentenario de la batalla que le dio la independencia a Venezuela.

De manera que ayer se enfrentaban no dos candidatos sino dos visiones sobre el futuro de Venezuela: la de un militar convertido apegado al viejo discurso autoritario, y la de un hombre joven que enarbola la modernidad, la alternancia en el poder y los valores democráticos. Valga...

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