Campaña electoral en cadena

El pasado jueves 10 de noviembre se cumplieron cinco meses de la primera intervención qui rúrgica que le indicaron a Chávez los médicos de Fidel Castro para extirparle un tumor canceroso en la región pélvica. Desde ese día, los venezolanos hemos sido víctimas de un agotador aguacero de rumores, de versiones sin confirmar y de mentiras más o menos evidentes. Este absurdo empeño oficial por mantener a los venezolanos en la ignorancia perseguía dos propósitos muy claros. Uno, que ante la imposibilidad de pasar por alto una enfermedad que resultaba inocultable, la línea estratégica era disimular su extrema gravedad. El segundo paso fue intentar darle al penoso tratamiento médico la connotación de una épica lucha personal de Chávez contra la amenaza feroz de la muerte. Surgió así la Gran Misión Lástima, que tuvo efectos inmediatos en el muy debilitado índice de aceptación popular que entonces sufría el enfermo. El segundo objetivo era trans mitir la ilusión de que Chávez, superhombre victorioso siempre, también era capaz de vencer la muerte y que, en consecuencia, y a pesar de los malísimos deseos de sus enemigos, viviría. Viviremos y venceremos pasó a ser la consigna del momento, vano intento de convencer a los incautos de que Chávez lo puede todo. No obstante, lo cierto fue que los incesantes y rotundos anuncios sobre la notable mejoría del enfer mo no bastaron para encubrir los efectos devastadores de la cirugía y la quimioterapia, y los venezolanos, día a día, comprobaban el sobrecogedor recogimiento del enfermo en la privacidad de los espacios más recónditos, y su deplorable aspecto físico. De este modo, si bien la lástima teatralizada por el régimen provocó la recuperación fulminante de su popularidad en todos los sondeos de opinión, también generó una inquietante sensación de peligro inminente que, a medida que pasaban las semanas sin que se produjera el milagro de la resurrección, invadía el ánimo de los venezolanos, cada día más preocupados por la visible incapacidad del capitán de la nave para gobernarla en mitad de la tormenta. Al margen de los deseos oficiales, esta indiscutible realidad, a su vez, transmitió el indeseable mensaje de que el proceso político venezolano pen día del estado de salud del Presidente, un hilo, por cierto, que la inmensa mayoría de los venezolanos aún considera muy tenue e inestable. Solidaridad, pues, pero también temor...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR