En las embajadas

La campaña mediática dirigida desde el imperio para hacer creer internacionalmente que en Venezuela la inseguridad es un problema que afecta a los ciudadanos de todos los niveles sociales tuvo, por desgracia, un "éxito" no sólo inesperado sino desesperante: el embajador de México, Carlos Pujalte, y su esposa fueron secuestrados cuando se dirigían a su hogar luego de compartir en una fiesta privada con amigos y relacionados, como es normal entre los representantes diplomáticos. La "sensación de inseguridad" que reina en Caracas, como la calificó para su eterna desgracia y burla histórica la defensora del puesto, se materializó de repente en un grupo de secuestradores que, sin mediar cortesía ni respeto alguno, se le encimaron a la pareja de diplomáticos mexicanos con armas de fuego de alto calibre, parecidas a las que usan los grupos parapoliciales que operan en los barrios del oeste haciéndose pasar por revolucionarios.

De esa manera, el embajador Carlos Pujalte y su señora esposa Paloma Ojeda fueron objeto de un secuestro express, un delito que los venezolanos sufrimos a diario pero que, en este caso, se torna más penoso y angustiante porque se trata de representantes de un país amigo al cual debemos la mayor protección y brindarle la seguridad debida. Desde la medianoche del domingo, cuando fueron secuestrados en la urbanización Country Club, tanto el embajador Pujalte como su esposa permanecieron en poder de un cuarteto de malandros de la peor especie. Se trata de una humillación sin precedentes y que nunca debió ocurrir pues en países que están en...

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