Cómo empezó todo

No resulta sencillo tener presente la genealogía de una condena a muerte. El tiempo pa sa y la vida continúa. Lo curioso es que cuando creemos olvidar el horror de la intolerancia, vuelve a salir a flote como una pelota de plástico en el agua. Como es el caso de Salman Rushdie. En septiembre pasado este escri tor volvió a convertirse en noticia por la publicación de sus memorias, Joseph Anton unión de dos nombres de escritores que admira, Conrad y Chejov. En esta obra Rushdie por fin cuenta el calvario al que se ha visto sometida su vida después del 14 de febrero de 1989, cuando le pusieron precio a su cabeza por primera vez. Septiembre también fue prota gonista del efecto que causó una película infame en contra de los musulmanes. La cinta avivó el odio en el mundo, y una nueva fundación religiosa aumentó el precio de la fatwa contra Salman Rushdie: 3.300.000 dólares. Este escritor indio estudió en In glaterra su bachillerato en Rugby School, un internado prestigioso donde sus compañeros se burlaban por hindú y por ser poco diestro con el deporte. Después se licenció en historia en la Universidad de Cambridge. Su primer libro fue celebrado, Hijos de la medianoche, por ser una elocuente saga familiar de la India, que remitía inmediatamente al realismo mágico latinoamericano. Quizás Salman Rush die hubiera podido ser un escritor más, con éxito o sin él. Pero al escribir Los versos satá nicos se convirtió en la peor no ticia de su vida. Así lo narra en Joseph Anton, un libro extenso, a veces excesivo, pero absolutamente necesario. Una suerte de autoanálisis de toda su vida y de la peor experiencia que un ser humano puede vivir: ser el blanco de la intolerancia de un pueblo hasta el punto de tener que vivir protegido desde 1989. Hay más de 1 millardo de mu sulmanes sobre la tierra, lo que representa cerca de 20% de la población mundial. Esta situación abrió un compás de posibilidades siniestras para los pensadores del mundo islámico, que se atreven a disentir o a mirar el mundo con ironía o humor negro. Rushdie puede morir en cual quier instante y sus verdugos convertirse inmediatamente en héroes del mundo árabe. Aunque para el universo civilizado y pasivo no sean más que vulgares asesinos...

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