El ensayista salvaje

En 1991, La imaginación atrofiada obtiene el Premio de Ensayo de la primera Bienal de Literatura Mariano Picón Salas. Con la figura tutelar de H. A. Murena y la imagen ideal o real de su pensamiento, Miguel Ángel Campos anuncia la potencia de su escritura ensayística: leer al desnudo, a la intemperie, en el aire, a riesgo, adánicamente algunas zonas de la literatura, la historia y la cultura venezolana, en búsqueda de una crítica ortopédica, diría Raúl Antelo, que pudiera indicar, señalar, visibilizar, mostrar las infamias y deformidades con las que el Estado petrolero ha moldeado el cuerpo precario de la ciudadanía y la civilidad del país. La imaginación atrofiada, Las novedades del petróleo, Andrés Mariño Palacio y el grupo Contrapunto, La ciudad velada, La fe de los traidores, Desagravio del mal e Incredulidad constituyen hasta hoy el corpus de su obra y experiencia intelectual: un extraño y magnífico extravío en la historia del ensayo venezolano. Campos, ensaya una forma que funde la experiencia del acontecimiento del saber con la experiencia de la escritura en un acto de lectura novedoso, radical, singular, en el que se pretende devolver a la dicción, al pensamiento, su vínculo con las cosas del mundo, es decir, restituir a las ideas el poder de nombrar, criticar y juzgar los usos y costumbres, las rutinas y las convenciones de la tradición cultural venezolana. Campos encuentra su potencia de escritura, su fuerza crítica, en el adanismo de su lectura, en el funcionamiento extraviado de su máquina de leer: al leer el acontecimiento y el texto como si fuese el primer lector que emprende la tarea del desciframiento. Desnudo, libre...

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