¿Se entenderán al fin Maduro y la oposición?

Creo que no. El hecho de designar a Didalco Bolívar y a Hermann Escarrá para cum plir la insidiosa tarea de requerir del TSJ la disolución de la Asamblea Nacional constituye una declaración inequívoca de las más reales y oscuras intenciones de Nicolás Maduro. Y así debe ser asumida.Hugo Chávez podía jactarse de haberle impuesto al país un régimen de asfixiante hegemonía antidemocrática, precisamente, a fuerza de usar y abusar de los mecanismos formales de esa democracia que se proponía destruir: teórico pero nada más que teórico imperio de la Constitución y las leyes, supuesta libertad de prensa, consultas electorales cada dos por tres. Sin embargo, tanta astucia para retorcer la verdad de las cosas lo llevó a cometer dos costosísimos errores. Uno, creer que la riqueza petrolera de Venezuela era inagotable; dos, seleccionar a Maduro como su sucesor. Un doble disparate que no podía tener otro desenlace que esta devastadora crisis política y humanitaria que amenaza acabar con Venezuela como nación a muy corto plazo.Poco importa que Maduro esté realmente resuelto a liar se la manta dictatorial a la cabeza y le propine una patada histórica a la mesa política venezolana, tal como amenazó el miércoles pasado al anunciar que el objetivo inmediato de la revolución es terminar de derrotar a la Asamblea, o que esta soez bravuconada solo sea una cortina de humo para disimular su insuficien cia a la hora de enfrentar el derecho de la oposición a sacarlo anticipadamente de Miraflores sin apartarse de las vías pacíficas, constitucionales y democráticas. Lo que de veras cuenta en este crucial punto del proceso político venezolano es que Maduro y sus lugartenientes han llegado a la terrible conclusión de que ya no les resulta posible seguir jugando a la democracia, ni siquiera empleando a fondo el arsenal de artimañas y trucos que armó Chávez después del 11 de abril para darle al régimen un leve barniz de civilidad y decoro, mientras insistía en su intento de reproducir en Venezuela la pe nosa experiencia cubana.Esta aparente contradic ción entre sus fines subversivos y los medios democráticos empleados para alcanzarlos, determina que el régimen, para no ser definitivamente pulverizado por la arrolladora vorágine democrática...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR