¡Qué vergüenza!

La reaparición en televisión de Chávez es un bochorno, una tragicomedia digna de un Lope de Vega, un autor de hace siglos. El abuso de la ingenuidad nacional rompió todos los límites con la enfermedad presidencial. Estúpidamente, algunos creen que Chávez nunca ha estado enfermo, o, todo lo contrario, que le han inyectado esteroides en dosis indus triales para que tenga buen aspecto en televisión. ¿De qué se ríe la gente? Deliberadamente, el Presidente explota la solidaridad de los suyos, porque bastaría con proporcionar partes médicos para acabar con las patrañas. El cretinismo rompe récords. Unos le rezan a María Lionza y otros fingen que los sentimientos cristianos les impiden desearle lo peor; en privado se expresan con franqueza. Qué cómico resulta oír a los políticos pedir que Chávez se encuentre en buen estado de salud, la religión les impide desearle mal a nadie, son tan tartufos como esos ministros que participan en alguna misa por la curación del Máximo Líder. Quizá en el país los más cristianos sean algunos ateos. Nos mienten con la electrici dad y con el Metro para ocultar una enorme ineficacia, producto, en el caso de Corpoelec, de haber creado una empresa ingobernable y elefantiásica, y en el del Metro, de la mala administración. ¡Les echan la culpa a los usuarios...! Porque cualquier tiempo pasado fue mejor; con Leoni o con Caldera funcionaban muchísimo mejor Edelca y la propia Cadafe. Había muchas cosas buenas en la cuarta república. La madre de todas las co medias ha sido la manipula ción del cáncer presidencial. Mientras exigían respetar la vida privada de Chávez, imponían un ritmo de apariciones y desapariciones presidenciales. Todavía hoy nadie sabe si a Chávez le quedan 10 semanas, 10 meses o 10 años de vida. La telenovela de...

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