Eructos del lenguaje

Vengo de regreso de Margarita por vía aérea. La línea sale puntualmente pero comete un error: al entrar pide a los pasajeros que se acomoden donde quieran y comienza la protesta porque la gente se ha condicionado pensando en su número de asiento. Un señor muy protestón decide interpretar el sentimiento de los asignados y comienza a gritarle a la aeromoza con una ametralladora de palabrotas. El público lo aplaude y entro yo en acción por la molestia que me causa el reconocimiento al orador de bellaquerías. Sin groserías por favor, le replico y acto seguido se da el lujo de ofrecerme públicamente una lección de etiqueta lingüística: ¿Quién dijo que coñazo es una grosería?.No soy ningún puritano en el habla teniendo en cuenta que la lengua es un organismo vivo que fi ja sus pautas y va cambiando día a día. Si fuese por los remilgados y conservadores, continuaríamos hablando no digo latín sino sánscrito o indoeuropeo. Pero cuando con la lengua se delinque y se ofende, es para que la sociedad se ponga a pensar en el tipo de comunicación que mantienen sus hablantes. Tengo una campaña por el hablar respetuoso: lo digo cada vez que puedo, especialmente a mis alumnos a quienes veo con estremeci miento que se traten de homosexuales y no sé si traducen el alcance de sus calificativos.Así como ignoran cuáles son las palabras groseras y no groseras. Una sociedad que se acostumbra al insulto no...

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