Escondiéndose detrás de la soberanía

Pocos gobiernos han hecho más alarde de defender la soberanía venezolana que los de Chávez y Maduro. Pocas veces un gobierno ha denunciado tanto la injerencia de otros actores internacionales en sus asuntos internos como se ha hecho por las autoridades venezolanas en los últimos tres lustros. Nunca antes el Poder Judicial se había atribuido competencias que la Constitución no le confiere para reprochar lo que ha calificado como medidas injerencistas sic de gobiernos extranjeros. Nunca antes el Parlamento venezolano se había ocupado menos de legislar y más de criticar la preocupación de actores extranjeros por el deterioro de la democracia o por la situación de los derechos humanos en Venezuela.Pocas veces un gobierno ha sido tan susceptible frente a las inquietudes expresadas por Amnistía Internacional, Human Rights Watch u otras organizaciones de la sociedad civil en relación con el respeto a nuestros derechos civiles y políticos en Venezuela. Sistemáticamente, Maduro y sus acólitos se han envuelto en la Bandera Nacional para recha zar las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, las decisiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los pronunciamientos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, las declaraciones de algún parlamento extranjero o de un vocero de un gobierno extranjero en relación con la situación de los derechos humanos en Venezuela, denunciándolas como una intromisión en asuntos que son de la competencia exclusiva de Venezuela. Como era previsible, así ocurrió también con la reciente visita de Felipe González para interesarse por la suerte de los presos políticos en Venezuela.Sin duda, es loable que el go bierno nacional defienda la soberanía y rechace cualquier injerencia en lo que solo le concierne a los venezolanos.El problema es que el respeto de los derechos humanos es un asunto de legítima preocupación internacional, que se en cuentra regulado por numerosos tratados internacionales; por lo tanto, la forma como un gobierno trate a sus ciudadanos no es un asunto de su competencia exclusiva ni es parte de las atribuciones soberanas del Estado. El problema es que los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR