El espejo

Jean Cocteau 1889-1963 convirtió la lámina azogada de un espejo en el umbral que separa la luz azul de nuestras vidas de los oscuros reflejos de la muerte y de la eternidad, pero logró el prodigio de que la Muerte emergiera del espejo y entrara en el cuarto de Orfeo, en la noche, para verlo dormir. Cocteau nos hizo ver la Muerte como una presencia real: vestida de negro, el rostro de María Casarés, duro y distante, de perturbadora belleza pero con una mirada terrible, helada e inescrutable. Ella se detiene al pie de la cama, enamorada del poeta y permanece quieta, absorta mientras Orfeo duerme un sueño intranquilo.El tiempo, que es la sombra de la muerte, muestra sus facciones en la parte pulida y azogada del espejo; hace magia: es una presencia solar: aparece y desaparece cada vez que nos asomamos a él y nos vemos algo más devastados, pero nos engaña haciéndonos creer que es culpa del espejo; que él nada tiene que ver con el envejecimiento de nuestras almas. Hace trampas mientras se viste de prestidigitador y coloca detrás nuestro, en el espejo que nos refleja, al padre, al abuelo, al bisabuelo de bigotes caídos que nació, vivió y murió hace años; todo un país laborioso que creíamos haber dejado atrás, pero que sobrevive a pesar del chavismo y los tremedales de la desolación.Porque el espejo no es sola mente esa lámina de metal bruñido o de cristal recubierta de azogue, plata o aluminio capaz de reflejar lo que se le ponga delante. Es el sortilegio que reproduce los reflejos visibles del mundo y los que ingenuamente creemos mantener ocultos en nuestro interior. Se le compara con el agua en la que Narciso se regocija al mirarse sin percatarse, al igual que nosotros, de que detrás de él se refleja el país que somos, el universo que nos representa; nuestras tristes, alegres o desconsoladas historias familiares. ¡El espejo es astuto! Alcanzamos a ver el inmediato presente, pero si le damos vuelta, su parte no azogada se negará a mostrarnos las incertidumbres del futuro.Es fatuidad, pues, pretender que solo sea uno quien se mire en el espejo porque detrás de nuestra imagen hay mucha gente que hizo posible que sus afanes persistan en nosotros.Antes, me asomaba al espejo y en...

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