Esperanza y duelo

Un hombre honesto hace un análisis de la oposición en las actuales circunstancias: la gente por fin ha encontrado la calle, con una valentía y una tenacidad admirables; después de dos meses la protesta se ha extendido a todo el territorio y la escala de las marchas no decrece significativamente, literalmente el país arde; la unidad de la MUD parece más fuerte que nunca y se ha consolidado un liderazgo colectivo admirable en todo sentido, producto de la lucha; la crisis social y económica se ahonda dándole un piso permanente a la rebeldía; el gobierno se ha convertido en una tiranía criminal sin máscaras, aupando el repudio generalizado; el chavismo y las mismas fuerzas armadas tienden a resquebrajarse, minando el precario suelo político gubernamental; casi todo el mundo civilizado apoya el retorno de la democracia perdida... En cualquier caso, el disparate sin formas ni límites de la constituyente que entierra cualquier entendimiento y la perversidad ideológica y los miedos de la élite gubernamental, causas de esa desenfrenada represión, hacen imposible otra opción que la calle. Y en definitiva el gobierno en un tiempo, impreciso ciertamente, debería ser derrocado por la conjunción de tantísimas variables. Son buenas casi todas sus razones.Otro hombre honesto dice, con voz afectada, dolida, que lo estremece una desgarrada y continúa inquietud por el país. ¿Cree que estamos perdiendo este inédito y difícil combate que no cesa? No, dice, probablemente estemos ganando. Lo que no sabe es cuál es el costo de ello, pero teme que sea demasiado grande, demasiado.No es previsible el tiempo en que las fuerzas armadas se dediquen a perseguir a sangre y fuego toda forma de rebelión y esa inmensa guillotina en las puertas de la libertad podría hacer un daño incalculable: decenas, centenas, miles, decenas de miles ... ¿Por qué no? Si algo ha mostrado el siglo precedente y el que recorremos es que el poder de la pulsión destructiva del hombre es aterrador y no conoce de geografía ni de niveles civilizatorios, puede ir de Berlín a Ruanda. No pone en cuestión los logros opositores, casi todos innegables, pero coloca los acentos sobre otros términos.Al lado de la violencia y potenciado por ella, sobre el fondo...

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