Esperanza irrevocable

Empiece a ocultar sus libros, a esconderlos. A los marxistas militaristas les incomodan las ideas en cualquiera de sus formas, sean escritas, en charlas de amigos o en hojas clandestinas. Textos que en condiciones normales de democracia, de libre expresión de las ideas, podrían ser descartados por insulsos, bajo regímenes totalitarios podrían significar la condena a muerte para su dueño. No se alarme ni se sorprenda. Pablo Neruda fue un poeta co munista que alardeaba de su ateísmo y de su fe en la clase obrera. Quizás engañado o desinformado, llamó a la Unión Soviética en uno de sus poemas madre de los libres y a Occidente basural; convocó a ahogar en la sangre derramada a los que la han denunciado como una farsa y alabó a Stalin, el Koba: Stalinianos. Llevamos este nombre con orgullo.| Stalinianos. Es esta la jerarquía de nuestro tiempo.| En sus últimos años la paloma| La Paz, la errante rosa perseguida, se detuvo en sus hombros | y Stalin, el gigante, la levantó a la altura de su frente.| Así vieron la paz pueblos distantes. Por supuesto, los poetas, en general, no se desdicen de sus versos. Neruda no lo hizo. En Confieso que he vivido, sus memorias, se refiere a la tris teza que lo embargó cuando se enteró del discurso secreto que Nikita Kruchov pronunció el 25 de febrero de 1956, en el XX Congreso del Partido Comunista, en el que denunció las purgas de Stalin, la feroz represión y sus millones de asesinatos que el culto a la personalidad habían mantenido ocultos. Neruda apenas le...

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