Esperar demasiado puede ser una insensatez

Se acabaron las ilusiones de los primeros años. No queda nadie que piense que vamos por buen camino. Por el contrario, seguimos de mal en peor .Ante la evidencia del desastre, se desvaneció la creencia en pajaritos que volaban en retroceso; la utopía se esfumó.Hay que cambiar el rumbo.Unos cuantos todavía piensan que para ello el gobierno ten dría que corregir sus políticas.Para la gran mayoría, esa posibilidad también ha desaparecido de la escena: la única solución es cambiar el gobierno.Las esperanzas de que el go bierno modifique su rumbo se disipan día tras día. Más allá de unos golpecitos de pecho, por aquí y por allá, no se percibe propósito de enmienda. Las causas primordiales del desastre ideas equivocadas, ineptitud y corrupción se mantienen intactas. No hay señales mínimas de rectificación que infundan confianza alguna.¿Quién pensaría, hace unos años, que el país petrolero llegaría a este grado de destartalamiento? Sin agua, sin luz, sin comida, sin medicinas, la inseguridad campante y pare usted de contar. Pero, por increíble que parezca, la situación todavía puede empeorar y agravarse mucho más si continuamos por esta ruta.Tres años más por esta vía y recogeremos al país en el foso más profundo, hecho trizas. Se dice fácil, pero son empresas que se cierran, puestos de trabajo que se pierden, personas que pasan penurias por falta de comida o medicinas, jóvenes que emigran por falta de oportunidades, con familias que quedan rotas de dolor; enfermos que mueren por falta de medicinas. Más allá de las...

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