La espía que le gusta a Obama

Los tiempos cambian. Mucho y rápido. No hace ni una década, los héroes de la pantalla eran los buenos, aunque jugaran rudo. Ahora la CIA llama a los interrogatorios entrevistas, y ya no hay ni blanco ni negro, sino diferentes gamas de gris. Son los tiempos de Lisbeth Salander, la heroína de la saga Millenium de Stieg Larsson; de Sarah Lund al frente de la policía en The Killing; y de Carrie Mathison en el operativo de la CIA que muestra Home land, agente tan brillante en sus investigaciones como clínicamente bipolar. Cambios que reflejan tiempos difíciles, en los que los mejores trabajos, esos con calidad de cine, se encuentran en la televisión, y en los que las mujeres con talla de estrella, con el talento y la belleza escultural que Claire Danes posee, se esconden detrás de papeles difíciles y obsesivos en lugar de brillar con glamour y aires de diva. La neoyorquina de 33 años de edad, alta y esbelta, de pómulos marcados y ojos de mirada desconfiada, lanzó su carrera como ídolo adolescente en los años noventa, en ese Romeo + Julieta que reinventó Baz Luhrmann para una nueva generación, y en la serie My So-Called Life Es mi Vida, pe ro le ha costado casi 20 años volver a encontrar un papel de su talla. Algo que realmente capturara mi imaginación. Un personaje con el que quisiera mantener una conversación e incluso seguir hablando con él durante siete años si se da el caso, dice Danes. Un personaje como el que le dio el tercer Globo de Oro de su carrera y un nuevo Emmy. Sí, le costó casi dos décadas y tuvo que volver a la televisión para ello, pero Danes encontró ese trabajo que durante años le rehuyó en Hollywood, el papel que la convirtió en la actriz preferida del Presidente de Estados Unidos y en una de las 100 personas más influyentes del año según la revista Time. Danes se transforma en Ca rrie Mathison, la agente de la CIA todavía torturada por lo que no vio antes del 11-S y obsesionada con evitar otro ataque de esa magnitud; tan convencida está de que la nueva célula de Al Qaeda en suelo estadounidense reside en el prisionero de guerra liberado tras ocho años de cautiverio en Irak Damian Lewis, que raya en la paranoia. El papel no se parece a nada de lo que me mostraron nunca, en ningún medio. Demasiado brillante como para pasar de él después de tantos trabajos tontos, livianos o inconsecuentes como los que me han ofrecido en esta industria y para los que nunca tuve paciencia. Y aun así me lo pensé mucho. De natural, es de las que...

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