Espinoza lanza sin miedo como le enseñó Pedro Martínez

Un niño de 12 años de edad, absorbía la mirada de todas las personas que pobla ban la minitribuna del estadio más pequeño de La Planicie, en el 23 de Enero. Tenía la bola en sus manos y estaba parado sobre el montículo. Había asombrado al circuito Li-Menor ese año 2010. Jugaba para Los Amigos, pero era tan bueno que Cardenales se reforzó con él para tratar de ganar la final de la categoría infantil.El infante lanzó sin miedo. Do minó a una buena cantidad de bateadores y recibió los vítores de sus vecinos de la parroquia caraqueña. No olvidaré ese día, dice Anderson Espinoza después de que han pasado seis años de aquel momento. Ni aunque quisiera, podría borrar el instante de su memoria, pues ese fue el génesis de su historia en el beisbol.En ese momento me di cuenta que pitchear era lo mío, que me quería dedicar a esto.La figura del lanzador, ahora con 18 años de edad, n o h a dejado de atraer las miradas, pero ya no son parroquianos los que lo observan. Tiene la atención de todo el universo del beisbol organizado por ser uno de los diamantes brutos más valiosos en las minas de los Medias Rojas de Boston. El ránking de prospectos de la MLB lo ubica en el puesto 39 y como la cuarta mejor promesa de los patirrojos.Al principio, cuando comen cé a ver mi nombre en periódicos de Boston, sentía un poquito la presión sobre todo esto, relata desde Florida el muchacho, que se hizo pelotero profesional hace dos años, al firmar con los Medias Rojas por 1,8 millones de dólares, más una beca universitaria de 200 mil. Pero hay que llevarlo con calma. Estoy orgulloso del trabajo de vida que hizo mi familia conmigo.Héroe vigilante. Scouts y técni cos lo analizaron. Coincidieron que por su corta estatura para ser serpentinero -algo irónico pues mide 1,83 metrossu humeante recta y curva en rango 12-6, evocaba al novel Pedro Martínez, dominicano leyenda de los patirrojos que hoy posee una placa en el Salón de la Fama de Cooperstown.Que me comparen con el se ñor Pedro... Woow ¡Vaya que es un orgullo! Él sabe mucho de mí, admite Espinoza...

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