Espiritismo rojito

La macabra obra de teatro que hoy, para su desgracia y decadencia, vive Venezuela se inicia con un simple parlamento: "Hugo, si estás ahí envía una señal". Sigue un silencio sepulcral y al fin unos toques en la mesa de madera garantizan que el satélite chino ha logrado funcionar y, desde la estación espacial 4-F, se establece la comunicación. "Nicolás... ¿me escuchas? Debes decirle a los venezolanos que he tomado las siguientes decisiones fundamentales para la revolución, pero se las dices tú como si fuera yo o como si yo fuera tú. No digas él o ellos porque van a pensar que te refieres a Fidel o Raúl. ¿Comprendes?" "Sí, jefe, pero lo difícil es que los venezolanos entiendan que usted existe y a la vez no existe, que aparece en fotos y no en videos, que se comunica conmigo y con nadie más, que revivamos los tiempos del cine mudo, o de la película El hombre invisible, que una enfermera dijo haberlo visto caminar pero su testimonio no le garantizó siquiera los 15 minutos de fama que le correspondían. Y es que nadie creyó en tan providencial testigo". Lo serio y lo peligroso es que esta "inmaterialidad presidencial" es justamente lo que necesitan los usurpadores del poder (sean cubanos o bolivarianos) para aplicar su programa de ajustes económicos, su paquete neoliberal y salvaje de medidas que se han hecho impostergables en virtud de la incapacidad de quienes, tras catorce años de corrupción y asalto al tesoro público, no sólo evidencian su ignorancia para enfrentar la crisis económica derivada de su manejo dogmático y manirroto de las finanzas, sino que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR