Expropiaciones

En Venezuela tenemos damnificados de la naturaleza y damnificados por la acción o la omisión de malos gobiernos. Aquellos terminan siendo, al mismo tiempo, damnificados de la incuria oficial, de la incapacidad, la demagogia y la insensibilidad. La necesidad los llevó a construir en zonas de alto riesgo y aprendieron a vivir en medio de la zozobra y del azar. Cada vez que llueve surgen las malas noticias. Un río se desborda, una quebrada crece, un dique se rompe. Se le ha permitido a la gente que construya donde no se debe, y en no pocas ocasiones se le ha estimulado. Otras veces es la imprevisión, como sucede ahora con los habitantes de Aragua que construyeron a la orilla del lago de Valencia. Inexcusable, verdaderamente, fue la temeridad de colocar un gigantesco depósito de explosivos de la Fuerza Armada en medio de una zona residencial en Maracay. Los centenares de damnificados de las pasadas lluvias fueron alojados en oficinas públicas de manera impropia, y algunos centenares enviados a hoteles privados. Luego, el Gobierno se lavó las manos. Los ubicó y los congeló, como quien dice "¡Ahí se quedan!". Ya los demagogos se olvidaron de la demagogia. Hoteles medianos están condenados a la quiebra por la acción violenta del Gobierno. Nadie responde por sus gastos y nadie le dice hasta cuándo estarán sus instalaciones convertidas en refugios. Gobernar así es cómodo, pero también muy irresponsable. A los damnificados de la naturaleza se han venido sumando los damnificados del Presidente de...

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