Expropiar al obrero

No contento con haber expropiado a los agricultores, empresarios e industriales, el Gobierno nacional se propone ahora expropiar a los trabajadores. Tras el velo de una misteriosa Ley Orgánica del Trabajo, el Ejecutivo se arroga ahora la facultad de administrar las prestaciones de la clase trabajadora, las cuales centralizará en un fondo cuyas características también son desconocidas. Lo que sí está claro es que será el Ejecutivo quien decidirá dónde se invertirán y a qué se destinaran los ahorros de los trabajadores. De esta manera, el futuro de los obreros y sus familias dependerá de la buena voluntad y capacidad de administración de los gobernantes, de la misma forma en que los beneficiarios de las múltiples misiones están sujetos a su magnanimidad. Como la Ley del Trabajo será aprobada bajo los poderes otorgados por la inconstitucional Ley Habilitante, y en consecuencia su contenido depende solamente de la voluntad o el capricho del Presidente, no se sabe qué otras sorpresas pueda deparar. Su texto se desconoce a menos de un mes de su promulgación, no se ha discutido en ningún foro representativo y ha sido elaborado de espaldas a los trabajadores organizados. Los patrones tampoco han sido informados, pero mantienen la esperanza de que, como ahora el Estado es el mayor patrón de la nación, la ley no les será muy onerosa. Aunque también abrigan el temor de que incluya cláusulas incosteables, en vista de que entrará en vigencia poco antes de las elecciones y hasta ahora parece no haber dado los resultados esperados cortejar a los votantes con regalos de lavadoras chinas. La Asamblea...

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